Probablemente el domingo por la mañana sea el mejor momento de la semana, esas horas sin los ruidos de la vida laboral, sin el humo de los coches, sin los gritos a los patinetes que ruedan por la acera, sin caras serias por el sueño interrumpido, por los sueños no conseguidos. Domingos mañaneros de septiembre sin frío, ni calor.
Me levanto a la misma hora que el resto de los días. Voy a desayunar a la cafetería de la Basería, que está cerca del mercadillo de los domingos. Al mercadillo empieza a llegar público, los vendedores todavía están montando las estructuras metálicas para formar sus puestos. El vendedor de la ONCE pasa con su traje fluorescente repartiendo suerte a deshoras. Compro fruta a unos agricultores de Valdetorres y me voy antes de que empiecen a llegar más compradores, no me gustan las aglomeraciones. Me han dicho que porque no sé sobre el anoche en blanco y se los desconozco, nunca he ido, no me gusta ese mogollón de gente, esa ansiedad de tener durante unas horas todo abierto sin poder disfrutar de la calma que da el estar.
Una vez desayunado y con la fruta comprada, voy a hacer una excursión a Olivenza, quiero que mi hija vea la iglesia de la Magdalena que estaba cerrada el último día que fuimos, hay lugares que entienden que estar abiertos más horas al público.
Aprovechando que estoy en la margen derecha voy a ir por el puente 25 de abril. Me dirijo como con la avenida de Elvas. Cómo ha cambiado esta carretera que era un terreno difunto, ahora han construido, frente al Ayuntamiento, bloques de pisos de viviendas plantados. Los pisos se extienden a pie de la carretera, han cogido parte del espacio, el otro lado de la ciudad que queda nada. No han podido impedir la desaparición de las manifestaciones, ni la plataforma que se creó contra su derribo.
Un poco más adelante está Decathlon. Hoy domingo tiene su aparcamiento vacío. En Decathlon siempre hay gente comprando ropa deportiva. Badajoz es una ciudad donde el deporte se practica regularmente. Casi todos los fines de semana hay una carrera popular.
A la derecha de la carretera, donde antes estaba la fábrica de la Coca-Cola, hay un cartel que anuncia la próxima construcción de un hospital privado. ¿Terminará ganando lo privado a lo público? ¿Se convertirá en una competición como la Re-vuelta y el Hormiguero, como Motos y Broncano? Aunque esta rivalidad entre programas televisivos favorece a los dos, entre sanidad pública y privada puede haber unos cuantos ganadores y muchos perdedores.
Recuerdo que por esta zona también había un restaurante llamado Dardy’s o algo así, donde se celebraban muchas de las bodas que había en Badajoz. Ahora van a tener que abrir otro para celebrar divorcios. Sigo avanzando, llego hasta la rotonda donde me recibe con los brazos abiertos la escultura ‘Ciudad de Badajoz’ de Ricardo García Lozano.
Brazos abiertos entre Portugal y España entre Elvas y Badajoz, también puede valer entre Olivenza española y el ministro de defensa luso. En IFEBA los carteles anuncian la feria de la caza y la pesca, aquí no tengo nada que decir, ni cazo ni pesco. Paso por el llano de tierra donde todos los años en la feria de San Juan montan el circo Alaska, a continuación están las instalaciones de Lusiberia donde sobresalen los toboganes azules de la piscina. Me dirijo al puente 25 de abril, desde el puente se ve como el Guadiana se estrecha y corre sin un mar de mejicano. Creo que hay convocada una manifestación en octubre para protestar sobre el estado del río.
Desde la carretera se ve una vaquería, y un camino por donde pedalean unos cuantos ciclistas. Llego a la carretera de Olivenza. Paso por el Corazón de Jesús. La última vez que quise escribir en estas páginas sobre un viaje a Olivenza me quedé aquí, en el Corazón de Jesús. Era invierno y me entretuve contando lo rica que están las migas de Paco, del bar el Cortijo, así que hoy no voy a parar en el bar, ni en el nuevo Refolio, ni en la iglesia, una pequeña regañó la temática que hoy está abierta.
Veremos si también lo está la iglesia de la Magdalena. Voy a ver si soy capaz de llegar en este viaje-crónica hasta Olivenza, aunque como siempre llevo la cámara de fotos voy a parar si veo una buena fotografía. Paso por la finca de “La Adelantada” que me trae recuerdos de juventud.
Cuando éramos jóvenes los muchachos de entonces aprovechábamos las vacaciones de verano para trabajar en el campo, ahora falta mano de obra para las tareas agrícolas y tienen que traer personal de otros países. Entonces nos pagaban por día y nos estaban dados de alta en la Seguridad Social, así que con el tiempo tendría jubilación, ahora no tengo los años de cotización que exigen para la jubilación. Cada año aumenta el tiempo, para que los trabajadores nos jubilemos cada vez más mayores.
Lo están subiendo poco a poco, sigilosamente, sin que nos demos cuenta. Parece que el rendimiento en el trabajo da igual, que los jóvenes no tengan trabajo, da igual, lo importante es retrasar el pago de las pensiones.
Sigo avanzando, veo el cartel de bodegas Exagrin. Hoy domingo está cerrado. Vengo de vez en cuando para ver los grandes toneles de donde llenan garrafas de vino de dos y cinco litros. En Exagrin también venden aceite y vino de pitarra, que sirve para tomar solo, para hacer tintos de verano, también para cocinar. De los que venden me gusta el solera aunque sobre vinos cada uno tiene una opinión y es mejor no recomendar ninguno. Así que sigo. Paso por el cartel que anuncia que Olivenza está a 17. Conduzco respetando las señales que indican los límites de velocidad pero siempre hay conductores impacientes que te adelantan, algunos me miran cuando van adelantando como diciendo “voy a 120”, otros me pitan. Cuando no hay radar de carretera conducen a velocidad, pocos respetan los límites.
Sigo avanzando, los campos están solitarios, no he visto a nadie trabajando, ningún tractor arando.
Veo un cartel grande de la empresa Borges. Sé que estas tierras ya no son de ellos. Los árboles que se ven desde la carretera creo que son de pistachos. No lo puedo decir con seguridad y no lo voy a consultar en internet, que se me echa la tarde con el artículo, creo que hoy tampoco voy a llegar a Olivenza.
Tengo puesta la radio del coche, en Canal Extremadura suena un programa de música folk extremeña. Podían poner algo de Acetre para ir ambientando el viaje.
Veo a la izquierda, sobre el km 14, una casa que siempre me ha producido curiosidad. Está próxima a la carretera, la rodean árboles grandes que sobresalen varios metros por encima de la casa, los árboles también están rodeados por un seto bien cortado. El jardín siempre está arreglado, llevo años pasando por aquí y la casa siempre está igual, nunca he visto personas, ni coches. Una casa inquietante sobre todo por la noche, una casa que podía valer para rodar alguna historia de Edgar Allan Poe.
Cuando voy llegando al cruce de las aldeas, San Francisco, San Rafael, me salta el Roaming indicando que entro en territorio portugués. Olivenza es española, no hay que alarmarse, quien lo reclama es el Ministro de Defensa portugués, la preocupación vendrá si lo reclama el President de la Generalitat de Cataluña, que sí tiene votos en su estado.
Al final no he llegado a Olivenza y el especial se ha acabado. Otro día contaré lo que queda del viaje que es lo más interesante