El club taurino extremeño en peligro: su presidente pide nuevos socios para mantener viva la tradición
El Club Taurino Extremeño, uno de los pilares de la cultura taurina en Extremadura, se enfrenta a un riesgo de disolución tras décadas de actividad. Fundado en 1948, el club ha sido no solo un punto de encuentro para los aficionados taurinos, sino también el guardián del único museo taurino de la región. Con una herencia que incluye cabezas de toro, trajes de luces y archivos históricos, este museo es una referencia cultural para la ciudad de Badajoz y un símbolo de la tradición taurina en toda Extremadura.
Mateo Giralt, presidente del club, afirma que actualmente cuentan con solo 25 socios activos, una cifra lejana a los 350 que en su momento sostuvieron la entidad. En la próxima asamblea del 14 de noviembre, la posible disolución será un tema central, y Giralt ha hecho un llamado urgente a sumar al menos 60 socios para que el club pueda mantenerse en funcionamiento. “No necesitamos más presidentes, necesitamos socios”, afirma Giralt, resaltando que el problema financiero es la clave para el futuro del club.

Apoyo institucional, pero falta de sostenibilidad económica
El presidente del Club Taurino destaca que, aunque han recibido ayuda de instituciones locales, como el ayuntamiento y la Fundación CB, el presupuesto actual no cubre los costos de mantenimiento básicos, como los servicios de luz y agua. Esto pone en riesgo la continuidad del museo, que es una fuente de orgullo y un espacio cultural relevante tanto para la comunidad local como para visitantes nacionales e internacionales.
En palabras de Giralt, “lo ideal sería que alguna institución se hiciera cargo del museo si el club no logra salir adelante, manteniéndolo en su ubicación actual”. Sin embargo, enfatiza que su prioridad es preservar la autonomía del club mediante la atracción de nuevos miembros.
Un museo único en Extremadura
Ubicado en la calle López Prudencio en Badajoz, el Club Taurino alberga un museo que ocupa tres plantas con una superficie total de 750 metros cuadrados. Los visitantes pueden encontrar una colección diversa que va desde cabezas de toro, carteles históricos y trajes de luces hasta un archivo monográfico sobre el torero Antonio Bienvenida. Este espacio es un tesoro de la historia taurina y permite a los aficionados y al público en general conectarse con el pasado de la tauromaquia en Extremadura.
El museo ha sido un punto de encuentro para apasionados de la tauromaquia de toda España y visitantes internacionales, incluidos aficionados de lugares tan lejanos como el Levante, Bilbao, Pamplona e incluso Francia. Sin embargo, Giralt expresa su tristeza al observar que muchos pacenses desconocen la existencia de este museo: “Creo que no valoramos lo que tenemos”, comenta.
La necesidad de conectar con las nuevas generaciones
Uno de los desafíos que enfrenta el club es la dificultad de atraer a jóvenes aficionados a la tauromaquia. Giralt reconoce que el perfil de los socios ha envejecido, y muchos de los miembros históricos se han dado de baja en los últimos años, especialmente cuando la cuota subió de cinco a siete euros mensuales. “Por alguna razón, no hemos logrado enganchar a la gente joven”, admite Giralt, señalando que este es un problema fundamental que afecta no solo la vitalidad del club, sino también la sostenibilidad de la tradición taurina en la región.
Algunas peñas taurinas de otras localidades han sabido captar la atención de los jóvenes, y Giralt observa con admiración cómo estas iniciativas han logrado revitalizar la afición taurina en otros lugares de la provincia.
Un espacio cultural en riesgo de desaparecer
El cierre del bar del club hace siete años es otro factor que ha contribuido al declive de la entidad. El bar fue en su momento un lugar de encuentro popular y un símbolo de la identidad del club, pero la falta de interés entre los hosteleros ha impedido su reapertura, lo que ha disminuido el atractivo del club como espacio social y de intercambio cultural. Giralt descarta que el declive del club esté relacionado con el auge de corrientes antitaurinas, minimizando su influencia en la situación actual.
Un último esfuerzo para salvar la herencia taurina de Extremadura
El Club Taurino Extremeño, con sus 75 años de historia, enfrenta uno de sus mayores desafíos. Para Mateo Giralt y los pocos socios que quedan, la solución está en el compromiso de la comunidad. Giralt espera que los interesados en mantener viva la tradición taurina se animen a unirse al club, cuya cuota es de siete euros al mes. Para él, la supervivencia del club va más allá de la simple conservación de un museo; representa la preservación de un patrimonio cultural que define una parte importante de la identidad extremeña.
Si el club no logra obtener el respaldo necesario, la disolución será inminente, y el patrimonio taurino que representa podría pasar a manos institucionales, algo que Giralt considera una “última opción” si no hay otro camino. Por ahora, el presidente se mantiene optimista gracias a las muestras de apoyo recibidas tras la publicación de la noticia, esperando que este sea el impulso necesario para revitalizar el club y asegurar su futuro.
